viernes, marzo 18, 2011

Starbucks o el imperio contraataca por GuiaOleo | 17.03.11

Tomado del blog de guia oleo
http://blog.guiaoleo.com.ar/starbucks-o-el-imperio-contraataca/


Buenos Aires se está llenando de cafés Starbucks. Sí, nosotros que nos jactábamos de nuestros cafecitos porteños, de nuestra charla de bar, del psicoanálisis de sobremesa con servilletita que no limpia (¿Por qué en los bares nunca hay buenas servilletas, absorbentes?) estamos perdiendo la batalla frente al gigante cafetero globalizado/globalizador por excelencia: Starbucks. Con un estilo y espíritu estandarizado, con servicio eficiente y una imagen privilegiada que posicionó al vaso gigante de cartón como un objeto con onda, esta cadena de cafés está ganando terreno en las esquinas de la Ciudad. Si bien ofrecen un servicio que parece atraer a una gran cantidad personas -especialmente a los jóvenes- también ponen en jaque a una gran cantidad de pequeños negocios que han moldeado la fisonomía de nuestra ciudad, su personalidad y su historia. Sin caer en la ortodoxia, defenderlos es tarea tanto de propietarios como de consumidores: la identidad de una ciudad no depende tanto de la capacidad de permanencia de sus íconos, sino de la habilidad de éstos para adaptarse a las nuevas necesidades y costumbres sin caer en la despersonalización.

Si la antigua cultura de cafés no atrae a los jóvenes consumidores y los románticos estudiantes de Letras que habitan la Giralda no son suficientes para darle ganancia a los bares, pues el futuro del cafecito porteño será negro. Más negro que un café. Muchas veces los tradicionales bares no generan entusiasmo, algunas razones son más que obvias: varios de ellos tienen mal servicio, fea ambientación que no invita a quedarse y cartas que han dejado de lado la nueva ola de sabores que se vió en los últimos años. No se trata de que haya pancakes con blueberries en el Tortoni, pero una brioche de vez en cuando no estaría mal… Además, el deterioro del gusto y calidad del café en los bares se posiciona en el centro del conflicto. Este último problema parece haber sido solucionado en muchos establecimiento -mayormente en restaurantes- por productos como Nespresso que ofrecen buen café aún siendo preparado por legos baristas.

Resolver el conflicto de la decadencia del café porteño requiere de capacidad de conciliación entre la vieja escuela, del tipo ¨De chiquilín te miraba de afuera…¨ con el auge del maracuyá. ¿Habrá probado Roberto Goyeneche un fruto rojo alguna vez en su vida? ¿Habrá tomado Borges alguna vez un frapuchino?
Por suerte, aparecieron en algunos barrios ciertos especímenes de bar referentes de la nueva cultura del café que se está instalando. A diferencia de la gran cadena de cafés, estos lugares celebran algo que Starbucks no puede, justamente, por ser una cadena: ser únicos.

Con marcadas personalidades tanto en la carta, decoración y atención, ofrecen singularidad en un mundo de cafés que saben igual en cualquier parte del mundo. ¿Por qué alguien querría tomar exactamente lo mismo en Buenos Aires, en Boston, en París, en Moscú? ¿Acaso la gracia de viajar no era probar cosas distintas? No da lo mismo estar en una ciudad u otra, ni siquiera estar en un barrio u otro. Esto es lo que nos ofrecen estos nuevos cafés, que con la suficiente inteligencia para ver los defectos de la vieja tradición y las virtudes de las cadenas, supieron generar una mezcla interesante y compatible con jóvenes consumidores que buscan tanto estilo propio como practicidad sin que parezca que jugamos a ser neoyorquinos… Al ofrecer take-away, buenas presentaciones de sus productos y seguir las corrientes culinarias de la época, integran conceptos básicos que invitan a la experiencia. Con la calidez, intimidad y singularidad, se alejan de funcionar como agentes globalizantes.

No en vano la tradición de cafés parece haber mutado hacia un estilo joven y propio, adaptado al ritmo de la ciudad. Si algo tiene que desaparecer de Buenos Aires, son las infames servilletitas que no limpian y no el lindo barcito que las aloja.

¿Ustedes, lectores, siguen tomando café? ¿Dónde?

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