jueves, enero 07, 2010

Se lo robe al Oski

Manuel Mandeb, como tantos Hombres Sensibles creía realmente en los Reyes Magos

“... En estos asuntos el exceso de pruebas es más sospechoso que la ausencia de ellas. Muchos niños han creído en los Reyes hasta que los vieron. Lo único que hay que hacer es sembrar la ilusión. Después ésta crecerá sola. Nada de disfraces ni payasadas. Si insistimos en mostrar al niño todo aquello cuya existencia postulamos, llegará un día en que el pequeño sabandija nos exigirá que le mostremos el desengaño o un átomo o una esperanza. Y como no podremos hacerlo, el tipo reputará inexistentes a esperanzas, desengaños y átomos...”

¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines. En cambio se necesita cierta estatura para atreverse a creer en lo que no es demostrable y -más aun - en aquello parece oponerse a nuestro juicio. Para lograrlo hay que aprender - como quería Descartes - a desconfiar del propio razonamiento. Por supuesto, en nuestro tiempo cualquier imbécil tiene una confianza en sus opiniones que ya quisiera para sí el filósofo más pintado.

La incredulidad es -según parece- la sabiduría que se permiten los hombres vulgares.

Nosotros resolvimos apostar una vez más por las ilusiones.

Por eso hicimos nuestras cartitas, pusimos nuestros enormes y pringosos zapatos en las ventanas, en los patios y aun en los jardines.

Y el seis de enero recogimos nuestros sencillos regalos y se los mostramos a los vecinos.

-Mire lo que nos trajeron los Reyes.
Algunos Refutadores de Leyendas nos miraban con envidia, silenciosamente.



Fragmento: "Cronicas del Angel Gris" A. Dolina

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